Me he mal acostumbrado, por desgracia, a manejarme a través de
inspiraciones. ¡Pero hay algo peor!… me he dado cuenta de que esas
inspiraciones en su mayoría son
simplemente mis sentimientos… los de mala gana, los de pasión, los de enojo…
los de impotencia… tristeza, melancolía, nostalgia, bronca, angustia. Yo no
quiero que sean ellos los que me inspiren…. ¡No quiero!
Y volteo a mirar en mi mente. Como si pudiera ver hacia atrás, un atrás
muy abstracto, pero posible. Volteo y trato de ver, a todos esos poetas que
escribían y siguen escribiendo en las mentes de los que leemos sus letras,
leemos también sentimientos, sentimos sus
pasiones, sus tristezas, sus inspiraciones propias… y las que nos crean.
Al voltear a verlos, allí tan sublimes, tan príncipes de su arte, tan
dueños de lo perfecto…pienso. Pienso en todo eso que ya hemos perdido: la
perfección de escribir. Pero de escribirlo todo: por completo. Escribir hasta lo
que no se puede escribir y aún así lograrlo. Plasmar en simples y en complejas palabras, en las ubicaciones, en las
sonoridades, en las entonaciones… en las connotaciones, en la creación efímeramente eterna y perfecta… plasmar todo aquello que se puede sentir/ver/oír/soñar/degustar/tocar/creer…
(Y yo que pensaba que lo que escribía era una “escritura”… en el sentido
de que esa “escritura” tenía algo de digno… algo digno de ser “escritura”.)
Y pasando… y pasando el tiempo.
Y viendo… y mirando (también el tiempo).
Y escuchando y entendiendo… para no entender; para confundirme sobre lo
que intento comprender…
…Van cambiando. Inexorable cambio…
El cambio del arte. El cambio de aquella capacidad de imaginar para
expresarme. El cambio, continuo, eterno.
Cambio yo
Cambias tu
Cambia el y ella
Cambiamos TODOS nosotros
Cambiáis Vosotros… reyes de los cielos,
Cambian ellos y ellas…
Y Ud. Y yo seguimos cambiando…
Estoy descubriendo el re-descubrimiento de este arte… La escritura, quizás
el más complejo sueño de todo artista. De todo ser que anhele desahogar el alma
en algún medio que salga de cualquiera
de los siete sentidos. Que ese desahogar
se haga forma independiente, que nazca, que sea libre, que muera, que se
entierre para que en algún lugar en algún tiempo vuelva a vivir… efímeramente,
por supuesto.
Este difícil arte. El desafío de hacer
la sencillez de la belleza ambigua e infinita, de aquello que es el arte.
Y es cierto, ya hace varios siglos o quizás desde siempre: “nihil novi sub
sole.”
Aunque, “Todo cambia”.
¿Qué más se pretende QUERER inventar?
El ser humano es tan…
Tan…
Ser humano...