lunes, 8 de febrero de 2016

Cuidado: "El pez por la boca muere."

Nada podía estar peor que estos días hipócritas soleados, aquellos que luego se transforman en un parpadeo en negros. No ha de sorprenderme más que su último límite infinito, la vergüenza bien disfrazada de alguien, ahora, que no conozco. Acaso, la mentira gritada en la cara, manoseada contra mi rostro, que acariciando con sus palabras iba escupiendo sobre el Respeto, y ese perfecto "Parecer perfecto" que piensa que tiene. El tiempo pasó, por suerte hace mucho que no coincidimos en algún espacio-tiempo como para que sobrepase los niveles de incoherencia y siga jugando con sus caprichos. Ni vale la pena hablarle como si le hablara en serio. Si todo tenía un límite, el que sobrepasó hace años, aquí se renueva. Todos me dicen: "No me sorprende". Estoy situada en la misma respuesta. Aún así lo que molesta, porque ni siquiera ya lastima, ni duele, es: lo innecesario. Que desaparezca y nunca más me dirija la palabra como si me conociera, porque desapareció todo lo que alguna vez fue. Si esta bronca podrida está aún acá, es porque no entiendo la coherencia de realizar ciertos actos que no tienen razón. No hace falta. La ausencia de esa molestia es lo que necesito. No me sirven más los mensajes sinceros de sentimientos de perfección, de recuerdos perfectos, de aceptación fantasma. Es todo hipocresía. Se me funden las neuronas en el enojo de mi trauma.
Sin embargo, no sé que hago aquí, perdiendo el tiempo, quizás transformándolo en algo mejor que en pensamientos nefastos. Sí, cierro aquí la puerta de mi herida, herida no de sentimientos, herida sí del respeto: de la mentira, de la falsedad, esa que siempre amaste cantarme con la mejor de las canciones de cuna, mientras que yo dormía, la enfermedad de tu cabeza, la enfermedad de tu mente, la enfermedad de tu egoísmo, y de tu alrededor, te hacían respirar, inhalando los aires de los demás, del mío -del mío propio que te regalaba todo el tiempo... herida de respeto que nunca vas a volver a abrir. Hiriendo el cuerpo de esa tu supuesta "memoria", mintiendo, saliendo, entrando de un pasado que nunca vas a saber llevar por el resto de tu vida. Porque ya no entiendo como es que seguís buscando lo mismo, porque ya no te reconozco encerrada o quizás más a la vista, de esa enfermedad egoísta y oscura. Profunda, solitaria, enmudecida, estancada. Siempre estancada en el capricho masivo de la desesperación vestida de "luz" perfecta. Falsa, falsa modestia, siempre buscando jugar al estilo "gato por liebre". 
Que se apiaden de vos los dioses, el día en que te vuelva a mente la cara para hablarme.
Que se apiaden de vos tus almas selectas, el día que pienses siquiera buscarme.
Que se apiade de vos el maestro del Karma, el día en que caigas de lleno en la infelicidad producida por tu egoísmo.
La pena es para los que se la merecen, más aún habiendo fallado más de mil veces con el mismo error. Pero no para aquel que juega con los errores. Y era como siempre te lo advertía: Está bien una vez. Está bien dos veces. Está bien tres veces. Apostaré. Apostaré de nuevo. Apostaré una vez más. Hasta que... Ya no, quebraste mi Paz.
Y me regocijo sabiendo que esas canciones ya no me conmueven, me desparramo en risa recordando y saber decir que era todo parte del chiste. Me desato en mi tranquilidad sabiendo la perdición de tu alma. Lo poco de respeto que te tenía se fue en esa mentira, mentira orgullosa mentira que como kamikaze o 神風 como ataque suicida, me atacó a mí pero acabó con vos. 
Será esto lo único que adquieras de mí. Una hermosa hoja de cielo, que sólo te advierte el final de tu vida consumida en esto que haces por deporte: mentir.
Será esto más de lo poco que merece tu corta vida. No haré nada más que inteligentemente ignorar tu esencia especial de desencantos. Será esto lo único que te merezcas, a demás de mi silencio, mi tumba en tu vida y mi mordaz y eterno desdeño. Será esta frase el último regalo útil que se te pueda hacer: el pez por la boca muere. Como si tu circo me importara, ¡Tu circo me da risa! - El rigor de los ataques suicidas- He aquí al sobreviviente.

AHORA


nos referimos a Cofasso, a este lugar,que a su manera, es donde la inspiración hace fluir caudales de fuego del arte escrito.