lunes, 20 de febrero de 2017

Ancestral

Ya no sé muy bien a qué lugar intentar pertenecer. No sé, tampoco, a qué voces de quiénes personas responder.
Escucho en el hondo salón de mi mente, soportar a las paredes, mientras retumba el martillo latente. Golpea los muros, rompe las redes que me cubren, resuenan los muros, vibra todo al caer.
Los ecos, en soplos de sonido, las voces en luces pobres que no superan la oscuridad.
El encierro que funciona de isla. El mar que funciona de cerco. El miedo a la profundidad que funciona de longitud. Y ésta distancia que en realidad es el destino inexorable a aceptar.

Cuando se escucha solamente el cantar de aquél pájaro, hay que preocuparse.
No encontramos cura a su venir. No encontramos solución que lo haga callar.
Ignoro qué brebaje encantado tomar. Intento olvidar todo el tiempo eso que solo conocen mis sueños, para no me encadenar a una muerte segura del presente. Para no sufrir en el encadenamiento falso del capricho infantil del querer... cualquiera fuese su figura misteriosa y azarosa.
Estudio el ejercicio de ignorar, como si fuera la práctica de la vacuidad sensata, toda afección que rodee el ente mío.
Y teniendo por buenas baldosas en las que caminar a las filosofías más alejadas,  caminar y pulir la levedad de ser un ancla con alas.

Ojalá pudiera haber nacido en otra tierra; aunque leer devangarí me pareciera extremo. Ha tocado me un incierto poder telúrico, el cuál no sé de qué raíz nuclear proviene. Me llama sin que lo oiga, me alimenta sin que lo sienta.
Como si esto de escribir tuviese algún poder maligno, guárdome los mejores secretos oníricos, los deseos vergonzosos, las serpientes mal juzgadas, bien adentro de las venas pensarosas. Sulfuran todo el tiempo hasta desvariar por exceso de cordura. Si mal veo que veo bien multitudes dormidas con ojos parpadeantes.
Más, lo que importa es el arte de los felinos de acurrucarse en mi pecho, mientras fluyen las letras manchadas en las ventanas, sus ojos. No me sale el verso, no me sale el ritmo, menos insisto en superar sueños.

Sueños... esos dispositivos mentales que sólo ladran símbolos que asfixian. Mensaje sin lenguaje aparente. Lenguaje que devora como un momento. Como el momento en que paso por al lado tuyo y sé que no existo.
Qué será que de vos sale, que de vos me llama...
la dorada indiferencia,
la perfecta imposibilidad,
la superlativa lejanía
el inhumano porvenir


AHORA


nos referimos a Cofasso, a este lugar,que a su manera, es donde la inspiración hace fluir caudales de fuego del arte escrito.