sábado, 1 de junio de 2013

Complicaciones. Negaciones.


No me estaba acordando de mí. Haces que me olvide de mí.

No puedo ver mi afuera desde mí interior. Levanto la vista entonces, y solo concibo mirarte, no puedo parar.
Tengo una molestia.... algo que emite un grito. Cada vez pincha más fuerte. Hasta que lo único que grita dentro mío, me doy cuenta, es algo de dolor.

Ese dolor, el que no me respira el sueño, sino que me carcome las uñas, cuando nerviosa, te miro.
Cuando nerviosa, respiro. Respiro rápido, insultando al aire, por no calmarme. Por no calmarme, porque no recibo tu mirada.

Cuando intranquila, pienso. Re-pienso lo dicho. Re-pienso lo replanteado, lo realizado, lo no dormido. Te me apareces.


Todas las horas no dormidas
todas las horas que se durmieron en mi eterno insomnio... conjurado
todas las palabras que corrían
sólo para que sepas que no me arrebataste aún lo que late en mi costado izquierdo.

Y ¡nadie lo hara!

Reniego de la "cordura" de amar....
Reniego de la esperanza somnolienta
Reniego de esos pensamientos adolescentes
Reniego de las mariposas!
¡Me dan acidez de tormentas, en las venas del alma!

Reniego de vos.
Reniego de encontrarte.
Reniego de haberte pensado tan hábil y calmo,
tan esbelto y perfectamente noble,
tan imperfectamente sabio,
Reniego de vos.

De tu inocencia absoluta, que como piedra se ejecuta, clara y firme en el sonido de tu voz.
¿Qué pensás? ¿Que no intento adivinar lo que pensás?
Si te tengo todo el día conmigo. Ya he aprendido a leer tus pensamientos, si al hablar decimos lo mismo.

Pero sigo renegando de esa "locura cuerda" de amar.
Pero es mas que tarde... tengo todos los "pero" al lado mío en mi almohada. Se burlan, ingratos, de mí. Me acaban de confirmar otra batalla ganada, sin haber yo atacado contra su fuego, me ataqué a mí.
¿ cómo es eso?


Es que al pensarte, ya te adueñas de mi mente.
No te pienso desde mí. No hace falta.Ya eres completamente puro y autónomo en mis pensamientos.

"Aquí se dicen muchas cosas con la mirada"
Yo te grito tantas..... ninguna oyes. Ninguna percibes.

En fin, he de irme. Cruzar la calle por donde vine, por donde te acompañé, por la misma donde te acompaño todos los días. La esquina iluminada. Cruzada infinitamente.
El número que te lleva, que te despeja, que ssegún dices, te relaja.
Y me dejas, siempre. Y te vas. Siempre.
Y no quiero voltear a verte, tras esa ventana en movimiento, porque ya sé que no tendré tu mirada.
Y Luego de la caminata. Llego y comienzo a esperar. Minutos interminables, equivalentes a durar un siglo. Minutos, muchos. Y pocas cosas por las cuales ponerme feliz.



AHORA


nos referimos a Cofasso, a este lugar,que a su manera, es donde la inspiración hace fluir caudales de fuego del arte escrito.