viernes, 9 de febrero de 2018

Nuevos estados de neurosis

Estoy en un nuevo caudal. Lluvia vertical, transversal, haría bien para detener un poco mi estanque mental, un poco contaminado del cloro que le tiro para que todo quede claro. "Limpio" Obsesivamente claro. "Limpio".
Por lo menos me gusta enterarme y soportar que aún mi alma puede ser frágil. Volver a sentirme por estos vacíos. Que el pensamiento se me desvíe siempre hacia el recuerdo cercano de su perfume, de las estrellas de su mirada, de sus modismos y combinaciones de acciones espontáneas.
Aunque mi cuerpo cambia de posición todo el tiempo, y tengo que recorrer los diferentes habitáculos de la casa, inauguro en el salón de oro de mi mente, un nuevo estado de neurosis. Pongo un proyector en el medio de la sala, hay un montón de humanoidas sentadas mirando. Yo con el pelo largo, yo con el pelo rojo, yo con el pelo enrulado, yo con el pelo lacio, yo con una trenza, yo con toda la humedad de la ciudad un día. ¿Cuántas he sido? Al menos podrá quizás el aspecto externo, aunque de modo deficiente, ayudar a identificarlas. No importa, sigo en mi cabeza organizando la Convención, en el Salón de Oro. Está el proyector, el video para mostrar al auditorium, el mismo auditorio/público presente, y mi fantasma de yo. Veo todo borroso como a veces veo las cosas en lo que sueño. Y empezamos a ver todxs las escenas. El sillón, la cama, la galería, abrirle la puerta, cocinarle, las veredas caminadas, los colectivos, caminatas de desear agarrarle la mano, caminatas capciosas en latas de cervezas, mis ojos fusiles ante cualquier idiotx, tatatatatatatatatatatata (hubiera hecho desaparecer a tantos...), dormirnos, despertarnos, dormirnos, deseamos, dormirnos deseando, desearnos durmiendo, desearnos mientras soñamos cuando dormimos, soñarla tanto antes y dormir tan tranquila al identificar la contemplación cumplida del deseo, dejarle espacio para que pueda dormir bien, yo sé (o creo saber algo correcto) que no puede a veces del todo conciliar el sueño, el dormir, el tranquilar la mente, el calmar esa vorágine que la altera.
Sí... seguimos viendo todxs el video de los recuerdos: los amigos, los bares, las charlas de ella, las charlas mías, las historias pasadas, las discusiones, los lugares en la urbe city, los calores, los fríos, las veces que decidimos sacarle una foto algo, cacería de escenografías random pero naturales in the city, cosas que solo pasaron con ella, multiplicidad de interesantes episodios, volviendo mojadas por completo bajo la lluvia, empoderadas con millones de otras poderosas, espiándola en el medio de ese taller, sí sí, la espiaba, me gustaba verla, simplemente ver su gesto de total atención y escucha a otrxs, me parecía tan hermoso ese poder que tiene de empatizar, de modo tan genuino, tan cierto, tan sensible, cómo hace?
Sigue el video: miles de panchos, y esos días de la ciudad que fueron nuestros, nadie salió a las calles por miedo, las calles por suerte eran nuestras, sus celos tiernos, nunca me lastimaron, me hacían cosquillas, pocas veces alguien sintió celos por mí y no me lastimó. Pocas veces alguien no me lastimó. Las noches, todas las noches, las mañanas, todas las primeras mañanas, acá en mi cama, allá en su cama, se terminaba el mundo, CONOZCO ESA SENSACIÓN, por suerte, la conozco, ella me la hizo conocer: esa sensación de no necesitar más nada que el momento presente, esa sensación de estar inmersx absolutamente en el momento presente, con quién esté, donde sea, todo funciona, todo encastra, todo tiene sentido por sí mismo. Y nada más.
No se acabó el video por completo, pero se interrumpió. La sala brillaba de sonrisas. Repito: Todo lo vi de forma borrosa como se ve en los sueños las cosas. Todo muy general. Lxs sonrientxs aplaudían, fuerte y mas fuerte, hasta ponerse de pie. Terminó la convención. Me levanto de esa silla en ese Salón de Oro, y todo se torna blanco, borroso, como cuando las nubes bajan ahí al lado del Paraná, al amanecer. Viene un señor alto, vestido de azulejos de diferentes colores, todos rotos, aplicados a su cuerpo, se mueve su cuerpo y hacen un ruido como de roces entre vidrios, me molesta  un poco el chirrido, siento frío. Siento molestias en los pies, empiezan a helarme los pies. El señor alto de azulejos abre su mano derecha de par en par, la coloca en mi cabeza, y me obliga a agacharme con el gesto. No me resisto... no quiero más imponer mi ser a nada ni a nadie, odio sentir que me convierto en lo que odio. Y cuando el señor alto de azulejos me lee este anterior pensamiento clava a mis ojos sus ojos muertos plateados.
Abre la boca y balbucea un rezo de mantras complejos. Comienza a decirme que su universo es muy amplio, que no puedo pretender dominar todos los nombres de sus constelaciones. Me reta, alza la voz, me grita, más fuerte, más violento, sus ojos se ponen rojos, es como si no me perdonara lo que le hice. Es como si me dictara que me merezco por completo el no entendimiento de nadie y la alienación de todx. Es como si me escribiera en el cuello un documento que declare, decrete y registre que merezco que me inyecten en la sangre todos los peores pensamientos sobre mí y por qué soy así, y por qué todo se diluye, y por qué no funciona,
y por qué no funciono
y por qué no funciona
y por qué no funciono
y en vorágine, en espiral, en vómito, torrentes, en cúmulos, en choques de nubes hermosamente suaves desatadoras de los peores truenos... todo se consume. Y sí, y sí, en todo eso se supone que tengo que sostener  varias tranquilidades, como si fuera las patas estables y confiables de una mesa. Y no puedo y me voy, y mi cabeza persiste en ramas, mi cabeza existe en los humos de los puchos fumados afuera, allá, por todos lados. O sea es nada, o sea es y no es, o sea toda esa mierda.
Este tipo, el señor alto de azulejos, termina el tormento, y me deja ahí. Me deja acá. Inmóvil, de nuevo con la parálisis de sueño... va hacia el proyector, coloca de nuevo el video. "Play", empieza de nuevo. De repente me ahoga desear tanto saber cómo está, donde está
cómo está?
dónde está?
qué está haciendo?
BASTA, no. Escribo acá y desagoto ese deseo.
Duermo, parálisis del sueño.
Duermo, el sueño me paraliza.
Parada, duermo pero no sueño.
Paralizada, sueño pero no duermo.
Así la llevo de a poco, de a mucho, como se pueda. Sigo pensando en lo que no quiero. Pongo el video: Analizo, analizo, analizo, perdonar. Perdonar. Perdonarme.
Dono el ego, adorno el vacío. Dono el ego, relego el vacío. Dono el ego, participo del vacío.
Mi alma sigue siendo frágil.

AHORA


nos referimos a Cofasso, a este lugar,que a su manera, es donde la inspiración hace fluir caudales de fuego del arte escrito.